Violencia Sexual Digital

#VSD: Ciberviolencia de carácter sexual contra las mujeres

Sexting: las consecuencias inborrables de la búsqueda de la fama a toda costa

Según la columnista del Washington Post Petula Dvorak, los adultos tenemos buena parte de responsabilidad en haber potenciado la fama a cualquier precio como valor supremo de los adolescentes actuales. Una de las consecuencias de esto, en su opinión, sería el aumento de los casos de sexting.

Uno de los ejemplos más recientes citados por Dvorak es la detención por la policía de tres chicos (dos de 16 y uno de 15) en un instituto de West Springfield (EE. UU.) el pasado mes de enero por haber intentado convertirse en los reyes del porno de los suburbios. Los adolescentes realizaron al menos seis vídeos con chicas de su propio instituto y de otros dos cercanos —al parecer tras haber consumido bebidas alcohólicas— lo cual les ha supuesto acusaciones de posesión y distribución de pornografía infantil.

El sexo y el alcohol siempre han preocupado a los padres de adolescentes, pero ahora se ha llegado completamente a un nuevo nivel de degradación y crisis de valores con la grabación y envío de este material que permiten los smartphones, según la columnista, quien lo vincula con el hecho de esta generación está acostumbrada a ser grabada y filmada desde que han nacido, en un auténtico Show de Truman.

Según un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de California en Los Ángeles, el valor número uno para los adolescentes de hoy en día es la fama. Otro estudo de la UCLA señalaba ya en 2007 que los principales valores trasmitidos por los programas de TV más vistos por los chicos eran: fama, éxito, popularidad, imagen y éxito económico. Diez años atrás eran el sentimiento de comunidad, el ser buenos, la imagen, la tradición y la autoaceptación. En tan sólo una década el ser buenos cayó al 12º puesto de la lista de valores principales, y el sentimiento de comunidad al 11º.

Así que ahora es la fama lo que la mayoría busca y sin importarles cómo conseguirla.

Esta es la causa, según Dvorak, de que se extiendan sucesos como el de West Springfield, en los que muchos miembros de la Generación Mírame que ha crecido con Facebook y Twitter, intentan ser famosos produciendo y trasmitiendo autopornografía. La TV les ha mostrado que gente sin talento, ni ningún mérito o capacidad personal puede hacerse famoso: sólo requiere exponerse, cuanto más mejor. Por si fuera poco Internet les muestra una disponibilidad inmensa de pornografía. Según Dvorak lo raro es que con esta combinación no haya incluso más chicos haciendo vídeos de sexting: o quizás sí los hay y lo que pasa es que no lo sabemos, apunta con temor.

El caso de los pornógrafos junior de West Springfield ha sido ampliamente comentado en algunos foros de la Red. Otros adolescentes señalan este caso como «épico» y comentan que los chicos detenidos se convertirán en «legendarios» durante años en esa ciudad. Otro comentaba con perspicacia: «Twitter es necesario si quieres encajar y así tener al menos la sensación de ser alguien importante, famoso incluso aunque sólo sea dentro de un círculo de perdedores. Si no eres importante no estás vivo. Todo el mundo negocia su atención hacia otros para conseguir alguna para sí. Es un enorme circuito de intercambio que sirve para no hundirte en la oscuridad. La vida normal no es una vida en absoluto en el sistema de valores actual. Lo que estamos viendo hoy día nos parecerá ñoño dentro de 10 años.»

Pero Petula Dvorak advierte de que hay algo que no cambia con el tiempo: estos chicos podrán convertirse en microfamosos durante un tiempo. Pero para las chicas que participaron en el sexting la infamia será lo que les espere.

Fuente: Washington Post vía Winnipeg Free Press.

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Estudio británico alerta de que vídeos musicales y porno online normalizan el trato denigrante a la mujer entre los adolescentes

Según un estudio de la organización británica NSPCC los adolescentes que reciben imagenes de sexting de otras personas las comparten porque creen que son el equivalente a los recortes de revistas pornográficas que se compartían antaño. No son capaces de diferenciar entre imágenes de contenido erótico o pornográfico profesional (realizadas por actores y actrices profesionales de la industria del entretenimiento para adultos), y las imágenes de compañeros y compañeras que han escapado del contexto en el que supuestamente se compartieron.

La influencia de la industria pornográfica, y más concretamente la que produce pornografía dura (hardcore), no termina ahí: el contenido de las imágenes que se comparten como sexting está inspirado por las secuencias y costumbres observadas en el porno más hardcore, lo que les hace creer también que esas posturas y acciones son normales y aceptables: aceptables tanto para quien las produce, como para quien las recibe y las acaba redistribuyendo.

Los vídeos musicales también alientan a los jóvenes a realizar ciertas acciones donde normalmente el hombre trata a la mujer de forma denigrante, según alerta el informe. Combinado con la edad y el exceso de hormonas que viene asociado a la adolescentes, tenemos un cocktail explosivo que ha multiplicado el contenido explicitamente sexual enviado y recibido por los adolescentes. Para los adolescentes, además, enviar y recibir imágenes de su cuerpo es parte del modo actual de flirtear. Sin embargo, muchas chica aún se resisten a las peticiones de sus compañeros de clase que en muchos casos están simplemente probando suerte, sin tener una mala intención inicial de qué hacer después con esas imágenes en caso de obtenerlas.

Muchos chicos, sin embargo, solicitan el contenido de forma depredadora y amenazante, lo que lleva que haya chicas que acaben enviando sexting a chicos que apenas conocen. Son estas imágenes las que acaban normalmente siendo utilizadas para practicar el ciberbullying, ya que se suelen publicar con más facilidad en sitios públicos de Internet.

Las aplicaciones supuestamente seguras utilizadas para el sexting como Snapchat o Facebook Poke siguen teniendo fallos de seguridad que permiten que se puedan guardar las imágenes, por lo que la falsa sensación de seguridad que ofrecen estos programas no hace más que aumentar los casos de sexting al tenerse cada vez menos control sobre este tipo de imágenes.


Aparte de confiscar el teléfono, hay poco que los padres puedan hacer para evitar este tipo de prácticas, afirman. De momento, no hay firewalls o filtros capaces de bloquear de manera efectiva el envío y la recepción de este tipo de contenidos, menos aún considerando que existen aplicaciones para practicarlo que están diseñadas para aparentar ser otro tipo de aplicaciones (calculadoras, navegadores…) y así engañar a profesores y padres, incapaces de detectar por qué medio se están compartiendo este tipo de imágenes y vídeos.

El informe reclama como fundamental que haya una mejor educación afectivo sexual, en donde se debe tener en cuenta que las redes sociales forman ya parte de la vida social y amorosa de los adolescentes, y no centrarse solo en los aspectos biológicos de la sexualidad. Enseñar a los niños a decir NO en Internet, o qué tipo de contenido sexual es inapropiado, es tan importante como conocer el aparato reproductor. Muchos profesores, sin embargo, encuentran imposible tratar con niños de 13 o 14 años el tema de la pornografía, o el porqué algunos comportamientos que aparecen en ese tipo de películas son degradantes: la causa suele ser que los padres simplemente no permitirían que se hablase de pornografía con los alumnos.

Por muy incómodo que sea, los expertos creen que tanto los padres como los profesores deberían hablar sobre el sexting y la pornografía con los alumnos, eso sí, de forma cooperativa y compartiendo la responsabilidad.

Fuente: The Independent.

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Hipersexualización de menores: niñas de solo 11 años participan en sesiones de cibersexo vía webcam

La ONG británica Family Lives publicó ayer un informe sobre sexualización e hipermasculinidad de los niños. Este estudio indica entre otros aspectos que existe una tendencia en auge de violaciones entre niños.

Los niños varones, según el estudio, perciben que las niñas con poca ropa merecen ser violadas, y que la violencia contra las mujeres es aceptable.

El estudio también advierte de que niñas de 11 años participan en sesiones sexuales a través de la webcam.

Los autores del estudio achacan estos fenómenos al porno fácilmente accesible online y a que los padres no hacen los suficiente para evitar que accedan a este tipo de contenido. Otros estudios centrados en el sexting entre menores y que analizan sus causas o motivaciones, han resaltado los posibles efectos de la actual cultura audiovisual presente en TV, en la música, etc. sobre estos fenómenos de machismo e hipersexualización, como ya hemos venido contando en este mismo web.

Fuente: DailyMail

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Sexting, una práctica de riesgo

(Artículo publicado en febrero de 2011 por Jorge Flores Fernández, director de PantallasAmigas.)

¿Qué puede llevar a un adolescente a enviar una imagen de alto contenido sexual de sí mismo a su pareja o a alguien con quien quiere flirtear usando el teléfono móvil? Esto es lo que nos preguntamos quienes estamos pendientes de una relación saludable de los menores con las tecnologías. Esto es ¿qué lleva a los chavales y chavalas de hoy en día a practicar el sexting en su forma más común?

Sexting, una práctica de riesgoSegún el Estudio sobre seguridad y privacidad en el uso de los servicios móviles españoles, realizado en colaboración por el Observatorio INTECO y Orange y publicado en 2010, en España 8 de cada 10 adolescentes de 15 a 16 años posee su propio teléfono móvil, con el que la mayoría (más del 88%) hace fotografías, que envía a otras personas (48,2%) y publica en Internet (20,8%).

Ampliando este enfoque a la franja de edad de 10 a 16 años, la posesión de un terminal de telefonía móvil se da en 2 de cada 3 menores españoles. La investigación realizada en este Estudio indica además que el 4% de los chicos de esta franja de edad dice haber utilizado su teléfono para hacerse a sí mismo fotos o vídeos en una postura provocativa (no necesariamente desnudos ni eróticas). Y el porcentaje asciende al doble (8,1%) en el caso de los que declaran haber recibido estos contenidos de chicos o chicas conocidos.

Por tanto, que este fenómeno existe es una realidad constatable que, además, no es exclusiva de los menores de edad. Personas famosas también lo han hecho y se trata de un fenómeno tan global como la propia Red. ¿Es una moda, es un accidente, es una consecuencia de los tiempos que vivimos? ¿Por qué lo hacen?

La respuesta no es fácil ya que es una práctica reciente sobre el que no hay grandes estudios por lo que nos queda la especulación guiada por la observación. Y especulando… pueden confluir una o varios de estos factores:

  1. Creen que una imagen en un terminal móvil está segura y no son capaces de proyectar, de imaginar, las variadas formas en que esa imagen puede salir del dispositivo. Un robo, un error, una broma, un extravío… o la voluntad de su propietario.
  2. Confían plenamente en la discreción, sino el amor eterno profesado, por parte del destinatario del envío. Carecen de experiencia vital suficiente que les invite a pensar en que las cosas, en la vida, cambian por muy diversos factores.
  3. Sienten cierta presión de grupo que les lleva a ganar notoriedad y aceptación en este contexto, el digital, tan importante para ellos. Este factor, añadido a la plenitud hormonal, puede generar combinaciones poco recomendables.
  4. Las influencias y modelos sociales distan del recato. La exhibición de relaciones sexuales o desnudos por personas no profesionales, comunes, abundan en la Red. Si pueden ver a cualquier persona anónima en su intimidad a través de la Red, no parece tan grave que uno aparezca de esta guisa. El “desnudeo” es algo común, hasta cierto punto normalizado.
  5. Desconocen las consecuencias que para su vida puede llegar a tener el hecho de que esa imagen comprometida sea de dominio público.
  6. La natural falta de percepción del riesgo que acompaña a la adolescencia y el espíritu transgresor desencadenan ciertos desafíos. En algunos casos resulta simplemente divertido, en otros, sirve para coquetear o dar otro contenido a una relación.

Sea como fuere, el resultado de esta práctica puede generar serios problemas que van desde la pérdida de la privacidad y la merma de la imagen y el propio honor hasta la victimización en el marco de una espiral de ciberbullying.

Precisamente con el objetivo de dar a conocer al público el fenómeno del sexting y prevenir sobre los riesgos que puede implicar, INTECO y PantallasAmigas han presentado conjuntamente la “Guía sobre adolescencia y sexting: qué es y cómo prevenirlo”. En esta guía, menores y adultos pueden encontrar una serie de consejos y recomendaciones para identificar y minimizar los efectos negativos que puede tener el sexting. Además, la guía ofrece unas pautas de actuación en caso de incidencia y facilita una serie de enlaces de interés, donde el lector podrá encontrar información adicional sobre el fenómeno.

Publicado por Jorge Flores Sigue al director de PantallasAmigas en Twitter originamente en el Blog del Observatorio de la Seguridad de Inteco.

Sexting: adolescentes, sexo y teléfonos móviles

(Artículo publicado en abril 2009 por Jorge Flores Fernández, director de PantallasAmigas.)
 

Un nuevo concepto en relación con los menores y el uso seguro y responsable de las TIC ha irrumpido en escena: sexting. Es de nuevo una palabra “importada”, que trata de reflejar sintéticamente la fusión entre sexo y mensajes vía móvil.

 

Este fenómeno se ha puesto de rabiosa actualidad porque además de estar creciendo de forma intensa en otras latitudes de las que cada vez nos separan menos aspectos, en Julio de 2008, se produjo el sonado suicidio de la estadounidense Jessie Logan. Su madre, ya con fuerzas, recorre hoy en día atiende los medios de comunicación intentando que no se produzca otro caso similar.

¿Qué es el sexting?

Podríamos decir que sexting es el envío de imágenes (fotografías o vídeos) con contenido sexual por medio del móvil. Así visto, es un concepto sencillo, pero conviene ver qué matices existirían en tan amplio espectro:

  • El origen de la imagen: puede ser producida por el propio protagonista, por otras personas de forma consciente y consentida por aquel o, en último caso, robadas. Una cuestión paralela a considerar es si las imágenes eran preexistentes y entraron en el “circuito del sexting” provenientes de otras fuentes de acceso público, como Internet, o privado, como dispositivos de almacenamiento digital de información (pendrive, teléfono móvil, PDA…)
  • El contenido de la imagen: en ocasiones no es fácil definir la carga sexual de una imagen y calificarla de inocente, atrevida, erótica o pornográfica.
  • La identificabilidad: si la imagen permite o no identificar de forma inequívoca a la persona que en ella figura.
  • La edad de quien protagoniza la imagen: en caso de anonimato, hay ocasiones en que no resulta fácil definir la minoría o mayoría de edad de quien aparece.
  • La edad y circunstancias del resto de intervinientes: receptores, emisores y redistribuidores de la imagen.

Si Todos estos factores pueden influir tanto en el daño potencial que sufra la persona protagonista de la imagen como en las responsabilidades de quienes, de una u otra manera, participan en el proceso.

 

Hay que matizar que no todas las prácticas de sexting acaban generando consecuencias negativas. Una imagen tomada consentidamente y distribuida de forma controlada no tiene por qué causar problemas si hablamos de personas adultas. Eso sí, cuando intervienen menores de edad en algún punto de la cadena, el asunto se complica. Veamos un par de ejemplos:

  • Si entre menores y de forma consentida intercambian sus fotografías explícitas, podía hablarse de ilícitos como creación, posesión y distribución de pornografía infantil.
  • Si un adulto envía a un menor una imagen propia, habría que referirse a términos como corrupción de menores.

Como puede verse, son muchas las posibles combinaciones y no es tema menor la importancia de cada uno de los parámetros que intervienen.

Aspectos legales

El sexting, cuando implica de alguna manera a menores, puede causar muy diferentes problemas con la ley, principalmente:

  • La producción, posesión y distribución de pornografía infantil.
  • Los delitos contra la intimidad por uso de datos personales o revelación de secretos.
  • y, en casos más específicos, delitos contra la libertad sexual y corrupción de menores.

Sin embargo, el daño más profundo causado por el sexting es que puede suponer el inicio de una situación de acoso y hostigamiento público, en muchos casos acompañada de prácticas de ciberbullying de las que se derivan, claro está, otro tipo de responsabilidades legales.

De la comunicación privada a la humillación pública

Los casos de sexting más nocivos son aquellos que se convierten en una cuestión de dominio público. La imagen robada o, por ejemplo, entregada en el seno de una pasada relación ya rota, comienza a circular, se extiende… incluso puede llegar a saltar a Internet. A la vista de ello, la víctima pasa a sentir una gran desprotección y vulneración de su intimidad y privacidad. Si, además, recibe burlas, comentarios lesivos u otro tipo de agresiones sicológicas, el sufrimiento puede ser insostenible. Eso debió ocurrir a Jessie Logan, que no pudo soportar el linchamiento al que fue sometida debido a unas fotos donde aparecía desnuda y que envió a un novio tiempo atrás.

Las imágenes como reclamo, otra vertiente del problema

Además del menoscabo de la imagen pública y el hostigamiento, no es nada exagerado pensar que determinadas imágenes pueden llamar la atención de adultos que crean identificar como potenciales víctimas de acoso sexual a esos menores que interpretarán como descuidados, atrevidos, precoces y desafiantes. En definitiva, pueden llamar la atención de depredadores sexuales que fijen su atención y, lo que es peor, sus deseos, sobre un menor que ya se encuentra en una situación de debilidad y desprotección.

El móvil, mucho más que un dispositivo audiovisual

La intervención del terminal móvil o celular en los casos de sexting no se limita a su uso como creador, reproductor y transmisor de imágenes. Tiene otras dos connotaciones no menos poderosas.

  • Se puede llevar siempre encima, con lo que la potencial humillación puede ser permanente, en cualquier lugar y a cualquier hora. Alguien se toma un refresco mientras saca su móvil y “degusta” la imagen o, por qué no, la disfruta entre risas con un grupo de amistades.
  • Es algo más personal, muy dirigido, porque se distribuye de manera selectiva a algunos números de cada agenda… o a todos. La imagen se expande en círculos de relación concéntricos y adyacentes a la víctima. Quizás no se cuelgue en Internet, pero… ¡qué más da! ¿acaso es peor que esté online a que la hayan visto en su móvil todas las personas con las que se tiene relación cada día?. Al igual que ocurre con las redes sociales, el móvil actúa como catalizador y concentrador del daño cuando hay un incidente. Es una bomba inteligente porque afecta al núcleo de la vida social, toca de lleno a nuestro grupo de relación principal porque, de hecho, para eso son los móviles y las redes sociales, para crear y fidelizar lazos, para estrechar relaciones.

Por otro lado, el sexting no tiene por qué empezar y acabar en el teléfono móvil. La imagen comprometida pudo nacer fuera del celular e, igualmente, acabar siendo publicada online.

¿Una moda duradera?

Ciertas tendencias tienen una explicación muy poco racional; basta remitirse a algunas formas de vestir lejos de toda bondad estética o funcional. Sin embargo, esta moda sí parece tener su lógica: ligan y se divierten, o eso dicen que les parece que hacen. Por desgracia, dos razones muy poderosas a esa edad como para que se priven de su práctica.

Seis mensajes contra el sexting

Detrás del sexting no hay nada nuevo que añadir en materia de riesgos asociados a las TIC que no se haya dicho para evitar el grooming o el ciberbullying. Si acaso, enfatizar la asimilación por parte de los menores de estos seis mensajes:

  1. Piénsatelo antes de enviar
    Lo que publicas online o sale de tu propio móvil se convierte en irrecuperable, escapa para siempre de tu control y puede llegar a cualquiera en cualquier momento. Lo que ahora quieres mostrar de ti, mañana puede que no te guste. A quien se lo envías hoy, quizás mañana no sea tu amigo.
  2. Desnudez y minoría de edad, delito de pornografía infantil
    La pornografía infantil es un delito cuando se crea, se posee o se distribuye. Se considera pornografía infantil la protagonizada por quien no ha cumplido los 18 años. Si te llegan este tipo de imágenes, bórralas de inmediato. Si crees que su difusión está dañando a alguien, ponlo cuanto antes en conocimiento de una persona adulta.
  3. La imagen es un dato personal cuyo uso está protegido por la Ley
    La imagen de alguien no se puede utilizar sin el consentimiento de la persona implicada. En ciertos casos hace falta incluso otro tipo de autorizaciones. No lo olvides. Si hay problemas, esto puede ponerse sobre la mesa y comprometerte.
  4. Recibir o tomar una imagen de una persona no te da derecho a distribuirla
    El hecho de contar con una imagen (fotografía o vídeo) en tu teléfono móvil no significa que tengas derecho a hacer con ella lo que quieras. Son cosas diferentes. Incluso si te dieron permiso para tomar la imagen, no significa que la puedas enviar a terceros.
  5. La Ley actúa siempre, también para los menores, con Internet y los móviles
    Que todo el mundo lo haga, que consideres que no van a poder identificarte, o que seas menor de edad no te libra del peso de la justicia. Las leyes están para protegerte y por eso actúan en todos los ámbitos. También protegen a los demás, y te pedirán cuentas si no respetas las reglas.
  6. No participes con tu acción, tu risa o tu omisión.
    Cuando el sexting deriva en humillación y acoso colectivo, la víctima sufre un daño enorme, un sufrimiento extremo. Si lo promueves y lo jaleas, eres responsable. Si te callas, tu silencio ayuda a quien acosa y hiere a la víctima.