(Artículo de Jorge Flores
para SER Consumidor, de la Cadena SER.)
Pero, ¿qué es el Sexting?
Sexting, en su significado más puro y actual, es la producción de imágenes propias (fotografías o vídeos) de alto contenido erótico o pornográfico y su envío a otra persona mediante el teléfono móvil.
Realizar sexting, por lo tanto, no supone un daño en sí mismo para quien lo realiza salvo que su producción o envío pudiera tener consecuencias legales directas, como ocurre en alguno de estos casos donde, por ejemplo, la imagen:
- puede ser calificada de pornografía infantil.
- incluye otras personas que no han consentido su producción o difusión.
- es de alto voltaje y enviada a menores o incapaces.
¿Por qué es una práctica de riesgo?
Pongamos el caso de una mujer adulta que genera un vídeo íntimo de sí misma, donde puede ser reconocida, y lo envía a su pareja con el deseo y convencimiento de que no será compartido con nadie. Los problemas pueden comenzar cuando esas imágenes llegan a otras personas, son publicadas online, o están en manos de un chantajista que, en ocasiones, puede incluso ser el destinatario original del envío.
Si la fotografía o grabación alcanza difusión pública, bien por haber sido publicada en Internet, bien porque se ha distribuido entre smartphones de forma profusa se produce una primera afectación del honor, la intimidad y la propia imagen.
Este problema en muchas ocasiones viene aderezado con hostigamiento social que, en el caso de una persona pública como Olvido Hormigos, alcanza incluso repercusión mediática. En los incidentes con personas menores de edad suele adquirir la forma de ciberbullying.
Cuando las imágenes llegan a manos de un chantajista, el problema sería el de la sextorsión, esto es, la solicitud de determinadas concesiones (dinero, imágenes, mantenimiento de relaciones sexuales o sentimentales…) a cambio de que la comprometida grabación no sea publicada online o enviada al círculo relacional de su protagonista.
Otras prácticas con similares consecuencias
Existen otras situaciones que, sin constituir sexting, a la postre nos ponen directamente en uno de los casos anteriores: imágenes íntimas y privadas en manos de terceros. Pueden ser imágenes delicadas producidas pero no enviadas de forma voluntaria sino robadas, como ya ha ocurrido, por ejemplo, con intrusiones en los smartphones o activación mediante malware de la webcam. También es común el caso en el que se practica cibersexo o se muestran actitudes sexuales o desnudos vía webcam y quien está al otro lado de la pantalla graba de forma permanente un show que cuyo protagonista pensaba era temporal y privado. También pueden ser imágenes cedidas de forma voluntaria por medio de engaños u obligatoria bajo presiones y amenazas. Este es el caso de Amanda Todd, adolescente de 15 años que se acabó suicidando el pasado 10 de octubre víctima de ciberbullying sustentado en unas imágenes de sus pechos que mostró por la webcam. La crueldad de una parte de su entorno de relaciones, potenciada por el alcance de Internet y las redes sociales, acabó con ella.
Violencia sexual digital y reformas legislativas
Las estadísticas y las consultas nos dicen que en mayor medida son las mujeres, adolescentes y jóvenes, quienes sufren las consecuencias de la existencia de imágenes íntimas en manos inadecuadas. La sextorsión, por lo general, se traduce en solicitudes de tipo sexual. Se trata de violencia de género en la Red, es violencia sexual digital. Constituye un fenómeno alarmante y creciente al que esperamos contribuyan a poner freno las recientes reformas propuestas para el código penal que solicitan un año de cárcel por difusión de imágenes íntimas aun cuando la grabación de las mismas hubiera sido consentida.
Entonces ¿qué podemos pensar cuando un niño o una niña empieza a escribir en el buscador «Tengo 12 años…» y Google le termina la frase con «…y estoy embarazada»? Parece obvio que el/la menor asumirá que eso es normal (en el sentido de frecuente) y que hay millones de niñas en el mundo escribiendo esa frase en el buscador tras haber mantenido relaciones sexuales y preocupadas por un supuesto embarazo precoz. Si es cierto que hay tantas búsquedas con esos términos, hay un grave problema entre las niñas de 12 años, pero si no lo es, quien está provocando un riesgo es Google: el riesgo de hacer creer que es algo normal, frecuente. ¿Está preparado un niño de 8 años, por ejemplo, para discernir qué hay detrás del hecho de que Google le sugiera terminar así una frase?
Amantes despechados y exparejas rencorosas tienen una manera cruel y criminal de vengarse de sus antiguas parejas: publicar sus fotos desnudas en Internet.
En inglés denominan a este tipo de fotografías revenge porn (algo así como porno vengativo), y existen numerosos webs dedicados principal o parcialmente a recibir y publicar este tipo de fotos privadas. Uno de ellos era IsAnyoneUp, según explica la Dra. Bergman, y ha sido cerrado tras año y medio de exitosa existencia, aunque no por mandato judicial (pese a las continuas denuncias de padres, abogados y empresas) sino por haber sido adquirido por un controvertido web antiacoso. En este web que fue creado inicialmente entorno al cotilleo de grupos de rock y sus groupies, Bergman denuncia que los usuarios publicaban fotos íntimas de sus ex desnudas, junto con mensajes dando detalles de su vida y comportamiento. De hecho incluso existía un cínico apartado para publicar las reacciones de protesta de las personas cuyas fotografías privadas habían sido publicadas sin permiso. El web también recibía numerosas fotos de menores de edad, que según su administrador eran remitidas a la policía por medio de un abogado. Pese a no estar ya activo, las fotos que difundió siguen presentes en otros lugares de la Red. Bergman utiliza el término ciberviolación para describir el devastador impacto que tiene esta difusión delictiva de sexting privado sobre sus víctimas y sus familias. La sexóloga justifica el término en que pese a no haber violación física, hay una violación en la seguridad y privacidad de las víctimas: no sólo es la vergüenza que les provoca sino que sus reputaciones y su futuro quedan seriamente dañados.
El propio administrador de IsAnyoneUp, en la carta abierta que envió tras su cierre, admitió lo sorprendente que es lo que la gente (sobre todo chicas jóvenes) es capaz de hacer (en referencia a los autodesnudos que le enviaban) por conseguir unos pocos seguidores más en Twitter o unas pocas solicitudes más de amistad en Facebook, red social de la cual él mismo fue expulsado de por vida (según afirma). Este web daba un paso más allá con respecto a los tradicionales webs de exnovias: cuando alguien enviaba una foto se le pedía incluir un enlace al perfil de la persona que aparecía desnuda en Facebook, Twitter o Myspace. De este modo se vinculaba con la imagen desnuda, el nombre real de la víctima y una manera fácil para contactar con ella.
PantallasAmigas